El nuevo documento del FMI que reveló el diagnóstico y la reformulación del programa detallado, considerando el impacto de la sequía para la economía argentina, prevé entre las metas que la Argentina deberá acumular US$ 8.000 millones en reservas hasta fin de año.
El denominado staff report, que se conoció públicamente después de que el directorio aprobó el préstamo para la Argentina por US$ 7.500 millones el miércoles último, plantea un escenario base de las expectativas macroeconómicas y de las metas del programa con el Fondo: para 2023 prevé una caída del PBI de 2,5% «debido al impacto mayor de lo previsto de la sequía y políticas macroeconómicas más estrictas durante el resto del año».
En cuanto a la inflación, «se espera que alcance el 120% interanual para fines de 2023, aunque esto dependerá en gran medida de la evolución del traspaso del tipo de cambio a los precios e implementación de políticas».
Sin embargo, reconocen que para esta etapa «se espera que la balanza comercial mejore gradualmente durante el resto de 2023, también respaldada por mejoras en el balance energético tras la finalización de la primera fase del gasoducto».
Asimismo, considera que «se prevé que el nuevo paquete de políticas aumentará las reservas internacionales netas en aproximadamente 8 mil millones de dólares entre agosto y diciembre», sostiene el texto del FMI.
Esta recuperación permitiría a la Argentina alcanzar la meta de acumular US$1.000 millones netos, según se desprende de los números que maneja el Fondo.
El FMI también aclaró que la nueva meta está lejos del programa original acordado con el exministro de Economia Martin Guzmán, que preveía una acumulación neta de US$ 7000 millones, a lo que el ministro Sergio Massa objetó que la Argentina perdió más de US$ 20.000 millones por la sequía, y precisamente por la sequía fue reformulada.
«El programa se ha desviado, lo que refleja la sequía histórica junto con desvíos y retrasos en las políticas y los criterios de desempeño de fines de junio para el neto acumulación de reservas», expresó el Fondo.
Fue por la sequía que la Argentina «descarriló» su programa y buscó renegociar uno nuevo que le llevó cuatro meses para darle luz verde al desembolso, que básicamente es para repagarle al Fondo lo que se suscribió durante la gestión de Mauricio Macri,.
Massa intentó a través de gestiones con el Gobierno de Estados Unidos adelantar el desembolso, y consiguió ese objetivo en parte y dos meses después de lo que lo esperaba, respecto de las conversaciones iniciales.
En cuanto a la acumulación que viene, «la marcha del gasoducto y las medidas para impulsar el agro, y nuevas medidas como el impuesto país a las importaciones, sin horizonte de una nueva sequía, le permiten al equipo económico ser optimistas respecto de la recuperación de la acumulación de reservas», indicaron fuentes del equipo económico a Télam.
Recordaron que «el directorio, en la discusión del miércoles pasado, ponderó que las nuevas medidas adoptadas desde el 28 de julio permitieron lograr una recuperación constante y promedio de US$ 100 millones diarios».
La devaluación, tan promovida por el Fondo entre sus recetas, ocurrió tras las PASO (22,5%), y básicamente con la aplicación del impuesto país a las importaciones (y dólar preferencial al agro), y con el intento de mantener positiva la tasa de inteŕés, se logró dar vuelta la tendencia descendente; habrá que ver si se sostiene y aquí el FMI advierte sobre el «riesgo electoral».
Tanto el FMI como el Gobierno se cuidaron en no revelarle al mercado la estrategia de bandas cambiarias respecto de los dólares financieros, en pos de la acumulación de reservas.
Así, el Fondo sostiene que «hacia adelante, la tasa de crawl se calibrará para apoyar la acumulación de reservas, mientras que las tasas oficiales se mantendrán positivas en términos reales según la demanda de pesos y para abordar la alta inflación».
Además, «la política monetaria seguirá siendo un instrumento clave para contener las presiones del mercado, con intervenciones en paralelo y en los mercados de futuros de divisas, únicamente en abordar condiciones desordenadas y ayudar a guiar expectativas de tipo de cambio e inflación, garantizando al mismo tiempo la coherencia con la acumulación de reservas», precisaron.
En cuanto a la meta fiscal, si bien no hubo cambios, para que la Argentina pueda alcanzarla deberá aplicar una corrección real en el gasto del 11%, de aquí a diciembre, aunque según estima el Fondo «protegiendo al mismo tiempo la infraestructura prioritaria (ducto) y programas sociales».
Massa y su equipo vienen llevando la cuenta de reservas minuto a minuto y se esmeraron por demostrar que, tras el pago al Fondo, luego de repagar los préstamos a Qatar, la CAF y China, quedó un neto de US$ 3.400 millones, que se sumaron a los US$ 2.000 millones acumulados desde fines de junio.
En el año aun quedan vencimientos con el Fondo, cerca de US$ 5100 millones (3.914 millones de DEG) y una revisión para un nuevo desembolso de aproximadamente US$ 3.300 millones (2.500 millones de DEG), pero en todo caso, la nueva revisión se definirá en noviembre y es de esperar que sea con el candidato presidencial ya consagrado en las urnas, teniendo en cuenta el escenario electoral más extenso, de un eventual ballotage previsto para el 19 de noviembre.
«La dinámica electoral ha complicado la formulación de políticas y ha aumentado las incertidumbres. Los desvíos en las políticas reflejaron restricciones políticas y consideraciones electorales, incluido el hecho de que el ministro de Economía, Sergio Massa, también es candidato presidencial, y las incertidumbres políticas se sumaron a las tensiones más recientemente», planteó un tramo del texto.
Con todo, Massa se mantiene en que si bien con el desembolso se dio «un paso importante en la administración de la hipoteca que (Mauricio) Macri dejó en la Argentina, la hipoteca la seguimos teniendo».
«La Argentina va a ser autónoma el día que se saque este condicionante», dijo a los periodistas que lo entrevistaron en Washington, a quienes volvió a repetir la idea de repagarle todo al FMI ya que espera un 2024 muy próspero en balanza comercial, de entre US$ 12.000 y 20.000 millones, si llegara a ser presidente.