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Nota con la médica pediatra Laura Marzano

La importancia de la alimentación complementaria en la infancia

La doctora Laura Marzano abordó la importancia de la alimentación complementaria en la primera niñez, es decir a partir de los 6 meses de vida, cuando la lactancia no alcanza a cubrir las necesidades alimenticias.

“Me parece importante hablar sobre la alimentación complementaria, por un lado porque cambiaron algunos conceptos y esto deberíamos  compartirlo no solo con los padres, sino también con abuelos, tíos y amigos; ya que muchas veces nuestros hijos quedan al cuidado de los mismos”, le dijo la médica pediatra a Agencia Servicios Informativos.

“Y por el otro lado es fundamental destacar, que como padres representamos un modelo a seguir para nuestros hijos tanto en la alimentación como en otras situaciones de la vida cotidiana, por lo que es una excelente oportunidad para adquirir hábitos saludables en la mesa familiar”.

-¿Qué es la alimentación complementaria?

La alimentación complementaria se considera un proceso por el cual se ofrecen al lactante alimentos sólidos o líquidos distintos de la leche materna o de una fórmula infantil como complemento y no como sustitución de esta.

-¿Cuándo se inicia la alimentación complementaria?

A los 6 meses debido a que es el momento en el cual el lactante presenta un neurodesarrollo adecuado. Esto es importante porque los miembros de la familia se ponen muy ansiosos con que el bebe empiece a comer, pero la realidad es que no se han demostrado beneficios en la introducción de alimentación complementaria precoz. Al contrario tiene riesgos: como desplazar la lactancia materna por alimentos menos nutritivos, posibilidad de atragantamiento, aumento de gastroenteritis agudas e infecciones del tracto respiratorio superior.

A largo plazo: mayor riesgo de obesidad, mayor riesgo de eccema atópico, mayor riesgo de diabetes mellitus tipo 1, mayor tasa de destete precoz, con los riesgos añadidos que esto conlleva.

-¿Qué alimentos sí?

Frutas, todas: naranja sin semillas, manzana (rayada o cocida), frutilla, pera, durazno, damasco, etc.

Verduras, todas: brócoli, zapallo, papa, batata, zanahoria, tomate, etc. Se recomienda evitar durante el primer año de vida las verduras de hoja verde con alto contenido en nitratos como la acelga o la espinaca por el riesgo de metahemoglobinemia, alta en la hemoglobina que disminuye la llegada de oxígeno a los tejidos. En el caso de introducirlas deben representar menos del 20% del contenido total del plato.

Carnes rojas, no carne picada, por riesgo de síndrome urémico hemolítico, pollo, cerdo y pescado. Huevo bien cocido. Frutos secos nunca enteros, sino adaptados como la pasta de maní. Legumbres y cereales: lentejas, garbanzos, porotos, arvejas, avena, trigo, maíz, quínoa, mijo, en preparaciones, en forma de arroz hervido, pisados, disueltos en leche. Agua potable.

Se recomienda introducir los alimentos de uno en uno, con intervalos de unos días, para observar la tolerancia y la aceptación y no añadirles sal, azúcar ni edulcorantes, para que el bebé se acostumbren a los sabores naturales de los alimentos.

Hasta hace poco retrasábamos la introducción de alimentos potencialmente alergénicos como el pescado, tomate, frutilla, huevo pero actualmente no hay evidencia de que retrasar la introducción de alimentos potencialmente alergénicos, más allá de los 6 meses prevenga el desarrollo de alergia a los mismos. Por lo tanto no se recomienda demorar su incorporación, como medida preventiva para el desarrollo de alergia.

– ¿Qué alimentos no?

Miel hasta los 12 meses. Alimentos con riesgo de atragantamiento en menores de 3 años como frutos secos enteros, manzana o zanahoria cruda, dulce de leche sin untar, caramelos duros. Algunas de estos alimentos se pueden dar pero en otras preparaciones, como por ejemplo la pasta de maní, manzana rallada, etc.

No se recomienda la introducción de bebidas azucaradas ni edulcoradas en menores de 2 años, ni el uso de edulcorantes no calóricos. No agregar sal a las comidas hasta el año de vida, ya que sus riñones son demasiados inmaduros para manejar las sobrecargas de sal.

No darle té, mate ni otras infusiones, ya que puede haber riesgo de intoxicación e inhibición de la absorción de hierro.

No ofrecer carne picada hasta los 5 años, por riesgo al Síndrome urémico hemolítico.

Leche de vaca entera a partir de los 12 meses, también yogurt y quesos. La leche de vaca presenta aporta proteínas excesivas sobrecargando de esta forma a los riñones, aun inmaduros. El perfil de grasas no es el adecuado, por lo que incrementa el riesgo de sobrepeso y obesidad en particular en individuos predispuestos.

A diferencia de lo que se cree, la leche de vaca es una fuente pobre de hierro. Produce microhemorragias intestinales que también propician la anemia. Por otra parte, el yogurt no deja de ser un ultraprocesado presentando en su composición conservantes, endulzantes y colorantes.

Productos ultraprocesados como galletitas, yogures industrializaos, postrecitos, gaseosas, calditos, sopas o purés instantáneos.

Embutidos porque tienen alto contenido de sal, conservantes, colorantes, jugos exprimidos porque cuentan con el azúcar de la fruta pero no con los nutrientes. El té, el mate y el café no se recomiendan ya que poseen compuestos que interfieren con la absorción de hierro.

La leche descremada es inadecuada para el menor de 2 años de vida, es pobre en vitaminas liposolubles e hipocalórica.

¿Qué método de alimentación complementaria se debe utilizar?

Actualmente está de moda el método de baby led weaning que es alimentación guiada por el lactante, que consiste en ofrecerle alimentos cortados en trozos al principio de 5 cm aproximadamente  y el bebé se alimenta por sí solo desde el principio; al comienzo con las manos y posteriormente con cubiertos.

No hay evidencia suficiente para indicar un estilo de alimentación tradicional con cuchara con las papillas, por sobre un estilo de alimentación guiada por el lactante (baby led weaning o BLISS), o viceversa. Los padres deben ser informados sobre las distintas formas de alimentación y que cada familia decida qué es lo mejor para ella.

Independientemente del método que llevemos a cabo, deberíamos practicar una alimentación perceptiva responsable, acorde a la maduración y desarrollo del niño. Donde los padres son sensibles a las interacciones con el lactante y las señales que el niño expresa. Se deben sentar con el niño mientras lo alimentan, hagan contacto visual, sin pantallas, le hablen, lo ayuden a comen, los dejen tocar la comida con las manos y estén atentos a si el niño está satisfecho, no obligarlos a comer porque a menudo varía la ingesta calórica de una comida a otra.

Incorporar los alimentos de a uno por vez, para probar la tolerancia y la aceptación de sabores, y detectar posibles alergias. Ofrecer el alimento durante varios días para que el niño/a se habitúe a su sabor. Continuar ofreciendo los alimentos que el bebé se negó a comer. Recordar que puede tomar 8-10 contactos con la nueva comida hasta ser aceptada.

Son periodos de aprendizaje y amor. Debemos estar tranquilos, predispuestos y con tiempo.

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