Los cincuenta años de relaciones bilaterales con China que se cumplen este sábado tuvieron en las últimas décadas un cambio de velocidad que está lejos de la paciencia inmutable y la planificación a largo plazo que con razón suele asociarse a la estrategia geopolítica y la filosofía de la gran potencia asiática.
Con el cambio de milenio, el vínculo diplomático se intensificó empujado por la multiplicación exponencial del comercio desde y hacia la Argentina.
La actualidad de ese diagnóstico quedó expuesta con la reciente visita del presidente Alberto Fernández a Beijing, donde aparte de asistir al inicio de los Juegos Olímpicos de Invierno la delegación de la Argentina firmó un Memorándum de Entendimiento en Materia de Cooperación para adherir a la gran apuesta de China en su vínculo con el resto del mundo: la Iniciativa de la Franja y la Ruta.
Se trata, como ya lo saben los 143 países que forman parte de la propuesta, de un proyecto de cooperación internacional que busca establecer enlaces marítimos y ferroviarios en diversos puntos del planeta para garantizar el abastecimiento del gigante de Asia y que, como contrapartida, ofrece financiamiento de bancos de China para fondear obras de infraestructura, sobre todo para explotación y transporte de energía.
Para la política exterior argentina, dos hitos reflejaron la importancia que iban adquiriendo los intercambios económicos con Beijing: la asociación estratégica celebrada en 2004, y la profundización de ese vínculo con la asociación estratégica integral, firmada en 2014, definiciones que institucionalizaron el formato de «relación privilegiada» que mantienen ambas naciones a juicio de varios especialistas, como el politólogo Ignacio Villagrán, director del Centro de Estudios Argentina China (Ceach) de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA.
«Dentro del grupo de los principales socios comerciales y financieros de Argentina China ha demostrado ser un socio confiable y un interlocutor con una capacidad de diálogo bastante mayor a la de otros actores», describió Villagrán en diálogo con Télam, y además planteó que la «relación privilegiada» con China «ha demostrado ser hasta ahora relativamente beneficiosa», al ofrecer oportunidades por su «gran capacidad de inversión en obras de infraestructura».
Esas potencialidades son, para la Argentina, una realidad palpable y cotidiana: este viernes, con motivo del 50 aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas, el embajador de Beijing en Buenos Aires, Zou Xiaoli, participó de una conferencia por la plataforma Zoom junto al ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, y la secretaria de Relaciones Económicas Internacionales de la Cancillería, Cecilia Todesca Bocco, más referentes empresarios como Mario Grinman (Cámara Argentina de Comercio y Servicios), Daniel Funes de Rioja (UIA) y Orlando Castellani (Adimra).
En esa intervención, Zou enumeró inversiones de China en Argentina que están desplegándose o en pleno funcionamiento, y entonces mencionó «la rehabilitación de la línea de Ferrocarriles Belgrano Cargas y el sistema de Ferrocarriles línea San Martín, el parque fotovoltaico (energía solar) Cauchari en Jujuy, las represas Kirchner y Cepernic en Santa Cruz, la Estación del Espacio Lejano en Neuquén, la base de Radio Telescopio de 40 metros de diámetro en San Juan y la central nuclear Atucha III en la provincia de Buenos Aires», como también «proyectos de transporte, energía y tecnología especial».
Pero el presente de la relación bilateral y las perspectivas de corto plazo no sólo ofrecen oportunidades en materia de inversión extranjera directa.
Argentina, como quedó claro en la última gira del Presidente, aspira a ingresar a la asociación económica y comercial bautizada como BRICS, que integran Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, y una de las definiciones que el jefe de Estado se trajo de vuelta de Beijing -también de Moscú- es la aceptación del líder chino Xi Jinping para que el país se sume a ese bloque exclusivo de los principales países emergentes.
La conformidad de Xi, al igual que la postura favorable del mandatario ruso Vladimir Putin en ese punto, podrían sumar el aval de Brasil si en las próximas elecciones presidenciales se impone Luiz Inácio Lula Da Silva.
Hace diez días, el excanciller Celso Amorim, uno de los principales colaboradores del fundador del PT, aseguró en declaraciones periodísticas que Brasil debería apoyar el ingreso de Argentina a los BRICS porque su incorporación «daría fuerza al Mercosur y a la integración».